La educación musical es extraordinariamente importante para nuestros niños, dándoles innumerables habilidades esenciales para la vida que se llevan a la edad adulta y se tejen en el tejido de nuestra sociedad.  

Se sabe que los niños que asisten a clases de música aumentan su inteligencia espacial, su capacidad para reconocer patrones y su coordinación mano-ojo. Aprenden a trabajar juntos, a dividir tareas abrumadoras en partes más pequeñas y manejables, y a comunicarse eficazmente. El estudio de la música construye la imaginación, fomenta la empatía y desarrolla el pensamiento creativo, al tiempo que ofrece a los niños una forma de procesar, explorar y expresar sus emociones y su entorno. Y quizá lo más importante, en palabras de Clark Hodge, mi querido amigo y fundador de la organización sin fines de lucro Chase the Music: "La música tiene un poder infinito para crear una alegría infinita". 

Soy una profesora-artista entusiasta con un compromiso apasionado con el desarrollo del alumno y el proceso de aprendizaje. He dado clases de violonchelo durante más de 20 años y trabajo con unos 35 alumnos a la semana, con edades comprendidas entre los 3 y los 18 años (¡además de un puñado de adultos!) Al proporcionar educación musical a los jóvenes de mi comunidad, tengo el honor y la oportunidad de ayudar a construir una generación de individuos amables, compasivos e innovadores con el deseo, el impulso y las herramientas para hacer del mundo un lugar mejor.